XanAledro
Una llamada y me encontraba en algún rincón de su vida, muy diminuto pero intenso, penetrante. Sus manos, su voz, me jalaron y me llevaron lejos, me hicieron escapar, tanto que ya no me dolían los ojos, los tenía tan hinchados de anteriores días. El encuentro no fue sólo una salida, un consuelo, yo lo deseaba (deseábamos) desde aquél día. Lo hubiera hecho de cualquier manera, con el alma limpia, con pasado o sin él, porque me siento tan libre en ese cuerpo. Me encanta ser su fetiche, su objeto, objeto de placer, de deseo, de pensamientos malsanos; ser capaz de experimentar ese cansancio, esa pequeña muerte, querer morir mil veces dentro de otro. Qué bien se siente estar dentro, qué bien se siente ese calor que te quema, qué bien se siente que te penetren el cuerpo y la vida al mismo tiempo, así... Qué bien se siente aún sin amor.
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