La Juncal
Mi primer acercamiento con el flamenco fue doloroso -en ese entonces mi vida tampoco era lo que se dice beautiful- claro que gran parte de ese dolor se lo debo a la que en aquel entonces era mi maestra. Con el paso del tiempo y gracias a mi querida maestra Malusita, el flamenco se convirtió en algo muy importante y fundamental en mi vida, en algo placentero, ya no doloroso; ahora así es , así lo veo. Ya no concibo mis martes y jueves sin ir a la academia (ahora con la teacher Vero, que sin duda se merece un post aparte); sin la soleá, sin el cante y la guitarra de Tino, sin los jaleos de mis compañeras al bailar las sevillanas.
De esta manera en el largo y difícil camino del flamenco he vivido y aprendido muchas cosas, he casi cohabitado con flamencos y gitanos de verdad (saludos a los Adonays, que también les haré un post) y también me encontré con María, la Juncal. Desde la primera vez que la vi bailar me logró prender el alma y supe que quería llegar a ser grande en mi baile, como ella pero no igual, siendo yo misma. El destino fue benévolo y tuve la oportunidad de tomar clases con ella, y aprendí mucho.
Ayer fui a ver su espectáculo Destemplao al Teatro de la Ciudad, en donde María rinde culto a la vida por medio del zapateado, del cante, y la expresa así, dolorosa, feliz, contrastante. Una vez más supe el por qué sigo viva, el por qué del ser humano, el por qué del arte, si es que hay que encontrarle un por qué...
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